J. J. GARCÍA
José María Vargas Vila
El
panfletario irreverente, ateo, anticlerical, ocupó sitio muy importante durante
veinticinco años en España y América Latina. Ese hombre de raro talento era
iracundo y soberbio. Fue un esteta petulante que escribió con lenguaje de
suprema belleza formal, con dotes de verdadero virtuoso. Su talento de artista
literario fue interferido por las pasiones políticas.
Vargas
Vila tuvo dimensiones de combatiente de estatura continental. En 1903 regresó a
Nueva York y allí fundó la revista Némesis.
Perteneció
políticamente a la generación radical que hizo de la lucha de las ideas y del
periodismo su arma principal. Sus trabajos literarios y políticos alcanzaron
una popularidad nunca antes lograda por nadie en el continente. Era censurado
por los gobiernos y la iglesia, leído clandestinamente por artesanos y
estudiantes, manteniendo viva la llama de la rebeldía popular.
El autor
da su definición de imperialismo así: “La
llamada teoría imperialista, no es otra cosa que la doctrina del pillaje, del
robo y la conquista”.
Para
muchos, Vargas Vila fue un maestro del idioma, del arte y de la libertad. De su
espíritu y de sus pasiones, hizo un culto público reiterado.
Apasionado
y torrencial escritor, fue un Best-Seller
que se le leyó en todo el ámbito del idioma. Tuvo éxito excesivo, pero un
silencio funeral ha caído sobre su obra.
Publicó varias
novelas eróticas que hoy resultarían ingenuas, pero que en su tiempo, fueron
piedras de escándalo que motivaron la excomunión del autor y de sus lectores.
En Política fue reconocido como la
expresión del sentimiento anti-yanqui de muchos países, orientando las
frustraciones de un pueblo agobiado por la miseria y las dictaduras. Campesinos,
estudiantes, intelectuales, encontraron en los discursos de Vargas Vila su
propio modo de sentir.
Sus
panfletos surtían un efecto inmediato en la difusión de sus ideas. Su prestigio
corría de boca en boca aun entre quienes no lo conocían.
El
escritor vehemente y volcánico en perpetuo trance de ira o de autoadoración, fue
la lectura favorita de todas las generaciones en el momento de su ingreso en la
literatura y en la política. Él no debe ser juzgado a través de sus detractores
o admiradores, es más honrado juzgarlo en su misma obra, que todo el mundo
puede consultar. Parte de esa obra, notoriamente amanerada, muestra con
frecuencia destellos geniales, frases originales y felices con alardes de
insensibilidad o de brutalidad. Cuando lo quería, tenía uno de los léxicos
castellanos más ricos y de mejor ley.
Su
carácter erguido nunca capituló.
Se mostró
radical hasta parecer un anarquista.
El poeta José
Asunción Silva, fue uno de sus amigos. Sus contemporáneos, no les perdonaron la
superioridad que tenían sobre ellos.
Vargas Vila,
el escritor profano y librepensador, describió en sus novelas toda clase de
liviandades de hombres y mujeres, víctimas de vicios y pasiones atroces. En
cambio él llevaba una existencia de anacoreta y era muy equilibrado y sobrio en
su intimidad.
Vargas
Vila debe leerse sin prejuicios morales o estéticos. La historia de la
literatura colombiana quedaría incompleta ignorando su obra. Muchos fueron
mejores escritores que él, pero muy pocos tenían la fuerza, el temple y el
carácter suyos.
Pese a sus
impugnadores, la memoria de Vargas Vila es respetable pues fue un ejemplo de
honestidad y constancia.
Fuente: Política y literatura de ayer y hoy. J. J. García
PRINCIPALES
OBRAS
Los divinos y los humanos
Ante los bárbaros
Ibis
El alma de los lirios (Lirio
blanco/Lirio rojo/Lirio negro)
Las adolescencias (El
camino del triunfo/La conquista de Bizancio)
La república romana
Pretéritas
La demencia de Job
La novena sinfonía
Huerto agnóstico
El ritmo de la vida
Polen lírico
El canto de las sirenas en los mares de la historia
Mi viaje a la Argentina
En las cimas
Algunos fragmentos:
“Leopardi, no escribía en
presencia de Dios, ni para ser leído por los hombres, porque sus notas, no
estaban destinadas a la divinidad ni a la publicidad; él, no desnudaba su alma
ante los otros, como no habría desnudado su pobre cuerpo deforme, del cual sentía
vergüenza”.
“En una vida
tan estéril
Como la suya,
La fuente de
los recuerdos no murmura,
Y esa canción hace
falta
A ese jardín en
duelo”.
”Sin embargo,
La llama ardía
en su corazón atormentado,
Y por eso
estuvo privado de ese gesto de los dioses,
Que se llama
la absoluta serenidad”.
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