Es una recopilación de la obra aforística del genial escritor colombiano fallecido en Barcelona en el año de 1933
domingo, 29 de noviembre de 2015
domingo, 9 de agosto de 2015
EL ESCRITOR MÁS EXTRAORDINARIO DE HISPANOAMÉRICA
JOSE MARÍA VARGAS VILA
(1860 - 1933)
Poeta, filósofo, historiador y panfletario
05 de noviembre de 2015
(1860 - 1933)
Poeta, filósofo, historiador y panfletario
05 de noviembre de 2015
Lo mínimo que podían
hacer sus detractores era criticarlo; no se equivocan quienes dicen: los críticos son los que mejor idea dan de
quién es Vargas Vila. Los críticos y sus lectores; las cifras dicen que más
de cincuenta millones de personas lo han leído; una cifra nada despreciable. Es
como un cantante que ha vendido cincuenta millones de copias.
Se me critica
por no decir lo que pienso; prefiero decirles cómo pensaba Vargas Vila; y
pienso que Vargas Vila, al lado de Juan Montalvo, el más grande ensayista de
nuestra lengua, es el más grande escritor de Hispanoamérica. Vargas Vila fue un
francés que nos habló en español; o como muy bien lo dijera uno de sus comentaristas:
pensaba en francés, escribía en español.
En la lengua
de Voltaire nada le fue adverso; las musas confabularon para hacer realidad su
sueño de Libertad; también su inspiración. Y fue el Panfletario por excelencia.
Esta, su Odisea Romántica, Barcelona-1927, es una
muestra magistral de su destreza como libelista. Superó en elocuencia las obras
de Tácito y Cicerón juntos.
“Mitad poema… mitad panfleto… es este libro…
Dos zonas habituales al vuelo de mi pensamiento…
El ala azul
Y
el ala roja…
Se tocan a veces, y forman un rosa pálido de Ensueños”.
Vargas Vila
El
crítico del modernismo, le llamó uno sus admiradores. En mi deber como
biógrafo, debo citar algunas de las obras en las que Vargas Vila reconstruye un
momento en la vida de algunos de los más afamados escritores del siglo XIX y
principios del XX. Son perfiles sicológico-literarios -algunos muy breves- que
dan cuenta de su extraordinaria e imponderable labor como ensayista. Sombra de águilas, En las cimas, A la hora
del crepúsculo, Prosas laudes y Ars verba, son algunos de los títulos en
los que se hace evidente la penetración sicológica y el olfato de quien puede
prescindir de su popularidad para reseñar obras de escritores llamados menores.
Vargas Vila fue un hombre que puso la
historia al servicio de la elocuencia; él mismo se erige como su mayor tribuno,
y dio a la palabra, tonalidades de acero. Si
Dios hablara, se diría que la Palabra de Dios se había hecho acero, y tomado la
forma de un puñal en las manos de Bruto, para hundirse en el corazón soberbio
de la Tiranía.
A un hombre elocuente nunca lo traicionan
sus argumentos; por eso Vargas Vila fue superior a sus maestros franceses. Montaigne,
Descartes, Pascal, Hello, D’Aurevilly, Bloy…; la lista es larga; en ella
abundan los pacifistas y hasta los llamados escritores católicos; son una
especie de conversos intelectuales, a los que su genio no les dio la medida de
su fe. Creyeron en sofismas, y el miedo fue para ellos su más grande certidumbre
después de Dios. Frente a ellos, Vargas Vila se erige como un hombre libre. “La Francia, no puede darme nada, ni
siquiera el óbolo de la gloria; llegaría tarde para eso; otros mundos y otros pueblos,
me lo han dado”.
domingo, 31 de mayo de 2015
VARGAS VILA, EL HISTORIADOR - LA REPUBLICA ROMAMA
VARGAS VILA, HISTORIADOR
Por: Esteban Blandón
Dos cimas son en la historia el destino del
hombre de vastos conocimientos y notable erudición; el lector (el vulgo) que lee
un libro por año, ese sabrá cómo se salva la nación americana del Armagedón,
pero no supondrá las causas del Armagedón; eso le corresponde a los
historiadores; ellos, que nunca se han podido sustraer a la influencia del
pensamiento consciente, dirán: "al Hombre siempre le gana la
imaginación, por eso no sabe a veces qué leer: si a Homero o la Biblia".
Si voy a hablar del Vargas Vila
historiador, tengo que hablar del Vargas Vila de La República Romana, su obras más importante dentro del género; tal
vez no falte el que tenga que decir algo sobre Los césares de la decadencia; lo cierto es que Vargas Vila, como
historiador, tiene las cualidades de cualquier orador griego o romano; griego,
por lo elocuente; romano, por lo panfletario. Tuvo de Demóstenes como de
Tácito; su discurso, aparentemente dogmático, tiene del foro lo que Esculapio
de poeta. Vargas Vila nunca combatió por las ideas, las ideas combatían por él.
A él se le debe la patente de la novela de combate; pero estas murieron
con la guerra, y el dandy les sobrevivió; la novela intelectual, que es como un
regreso a sus inicios simbolistas, aparece de nuevo con sus viejos
intelectuales haciendo de conductores espirituales.
No voy a decir que Vargas Vila sea el
escritor francés más importante en la literatura hispanoamericana, pero lo que
sí debo decir, es que Vargas Vila, al igual que los dos más grandes genios
franceses del siglo XX, también fue un conductor de almas; su verbo asesino se
hizo manifiesto en toda Hispanoamérica y en algunos países europeos. No voy a
nombrarlos por el respeto que me merecen; de ellos fue la gloria que las manos
de la imbecilidad profana.
¿Vargas Vila un director de conciencia? Dos
nombres saltan a la vista por su erudición y esteticismo. Pero olvidándonos de
todo lo que el clasicismo y el simbolismo nos dejó, nos daremos cuenta que el
existencialismo en pleno no logró lo que el vargasvilismo alcanzó; eso de literatura de sugestión es un cuento romántico
que el modernismo nunca comprendió y que la literatura, más ocupada en
perpetuar viejas reglas gramaticales e ignorando el verdadero sentido de la
palabra modernista, ignoró. No será este el momento para hacer una exposición de
la importancia del trabajo sicológico que hace Vargas Vila a lo largo de toda
su obra, pero obras como las inicialmente mencionadas, dan una idea de su
capacidad de análisis y de cómo comprendió el alma del hombre en su constante lucho
con su destino, llámese Tirano, Artista o Mujer.
Y si de historiadores se trata, a todos los
hizo partícipes de su pasión, desde Tácito hasta Luis Blanc. Y si bien es
cierto que alcanzó la cumbre de sus sueños como historiador en La república romana y El imperio romano,
el no haber escrito en su estilo personalísimo y original su historia de la revolución
francesa, se convierte en su única y tal vez gran frustración como hombre de
pensamiento; y una semblanza de sus más grandes tribunos en El canto de las sirenas en los mares de la historia, no será suficiente para
la gloria que hubieran alcanzado estos mártires del pensamiento. Héroes, genios
o simplemente almas con talento, hombres de ideas eran, y por ellas dieron la
vida; el derecho fue su verdugo; la palabra, un camino de esperanzas que sólo
vio la aurora a finales del siglo XIX. El hágase la luz del pensamiento analítico,
fue un despertar casi semejante al despertar del hombre; nada fue igual hasta
el día que comprendió que era parte importante del universo; algún día
comprenderá por qué en su individualidad es capaz incluso de llegar a decir: por momentos siento que el universo existe
gracias a que yo existo; que el cielo y la tierra no serían nada sin mí.
El día que el hombre se creó a sí mismo,
ese día se creyó superior a Dios; por dos sencillas razones; por que el hombre
crea, y es consciente de sí mismo, es decir, de su finitud. Nada es más
maravilloso que la vida para los antropólogos, pero en el historiador, prima el
hombre; por eso el historiador, es un humanista, hermano del filósofo, pariente
del anarquista; cómplice del masón; un genio que posee los atributos del dios;
un solitario nihilista que cuenta los pueblos y glorifica sus hombres; héroes o
villanos, la mítica y noble figura del dictador es llamada a ser la gran
protagonista del derecho; y el poder se hace ley que cumple con su cometido anárquico-burgués.
Nadie como él hizo creíble el absurdo de la
vida; es por eso que el existencialismo está llamado a ser la corriente
filosófica más importante en el siglo de los absurdos (guerras, era industrial, varguardias
y demás); y no está demás decir el lugar que le corresponde en el pensamiento
moderno hispanoamericano y francés así Sartre y la corriente de los nihilistas
no den razón del pensamiento vargasviliano. Nada debería indicar lo contrario;
lo único que queda claro, es que Vargas Vila fue el tipo de solitario perfecto,
el solitario profesional como el solía decirse; y fue en el silencio de esa
soledad, que el pensador se hace un compresivo como muy acertadamente lo dijera
Gener, uno cuyas visiones revelan a su alma el destino del genio y su
apostolado de profeta.
En síntesis, Vargas Vila fue muchas cosas a
la vez, además de osado historiador: panfletario, ensayista, crítico e ironista;
poeta, dramaturgo, biógrafo y memorialista; aforista, anarquista y ateo; y sin
duda, el escritor más elocuente de la historia moderna.
¿Y el novelista? se preguntarán sus
seguidores. Sin duda, con todos los géneros por los cuales se paseó nuestro
genio, se hace un gran pensador, por no decir que uno de los más grandes
autores de máximas. Del Vargas Vila escritor, dejo por fuera al novelista, y no
porque descarte al hombre cuya imaginación desbordante de pasiones y
sufrimientos llevó hasta el delirio su promulgado egotismo, sino, porque con
ellas, haré la más importante de sus obras, su autobiografía; la verdadera y más
maravillosa biografía sicológica del panfletario.
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