Es una recopilación de la obra aforística del genial escritor colombiano fallecido en Barcelona en el año de 1933
lunes, 18 de septiembre de 2017
sábado, 16 de septiembre de 2017
martes, 22 de agosto de 2017
PENSAMIENTOS DE VARGAS VILA - EBOOK
PENSAMIENTOS DE VARGAS VILA
“Hágase la
luz y la luz se hizo verbo;
hágase el
verbo y el verbo se hizo Dios;
hágase
Dios… y habló el Hombre”.
¿De todas sus máximas puede hacerse una
moral? ¿De todos sus pensamientos una filosofía? ¿Qué diferencia hay entre un
genio y Vargas Vila? ¿Era en verdad un novelista pornográfico? ¿Un abanderado
del egotismo? ¿El último decadente? ¿Un biógrafo de tiranos? ¿Un neurótico
ilustrado? ¿Un pedante murciélago greco-latinista? ¿Un vulgar exhumador de
epítetos? ¿Valorar su obra porque es una aglomeración de aforismos, es acaso un
procedimiento legítimo de crítica? Como panfletario ¿merece un lugar en la historia
de la literatura? ¿Es posible que su calidad de escritor haya sido tan débil y
tan efímera como para pasar de la inmensa popularidad a la nada absoluta?
¿Acaso sea este un misterio que haya que dilucidar? ¿Por qué un hombre tan
aparentemente libre como él, sólo habló de libertad? ¿Hizo pactos con el
demonio? ¿Creyó acaso que Jesús fue un anarquista condenado al oprobio y que la
historia es la mejor novela de Dios? ¿Poeta, crítico, historiador o filósofo?
¿Quién fue en verdad el escritor más leído en lengua española de su época?
Es posible, amigo lector, que usted esté
frente al libro más controvertible de Vargas Vila. ¿Desea descubrirlo? Si es
así, déjeme hacerle una advertencia: el profeta que fue Vargas Vila, no fue
discípulo de nadie; tampoco mató a Dios como Nietzsche, pero sí escribió su
epitafio.
sábado, 29 de julio de 2017
jueves, 22 de junio de 2017
JOSÉ MARÍA VARGAS VILA: EL PANFLETARIO
JOSE MARIA VARGAS VILA
23 de junio de 1860 – 23 de mayo de 1933
Tal vez quien mejor comprendió al
panfletario de América, fue el mismo que se convirtió en uno de sus mejores
amigos; hablo de Rubén Darío, figura cumbre del modernismo hispanoamericano. Y
es evocando la figura del bardo nicaragüense, que descubro lo que en esencia
fue Vargas Vila como escritor. El
novelista colombiano es, ante todo, un poeta, dijo Darío. Y en eso sí que tuvo
razón. El grito de alarma contra los hombres del norte, se dio líricamente lo
mismo en José Martí que en Vargas Vila; grito que, no por salir de la pluma del
panfletario, deja de ser tan heroico como las mismas trompetas que anuncian el
apocalipsis.
Como lo demuestra el siguiente fragmento,
gran parte de su obra, ya sea ensayo o novela, está concebida tras un gran
momento de inspiración; inspiración que es avalada por su erudición dando
cuenta de sus innegables dotes de narrador. Y de esa inspiración, de ese
quehacer reflexivo y poético que son sus horas de meditación, brotó este
rosario de ideas cual cultivo de magnolias en germinación.
El
silencio no es la vida;
el silencio es el sello
de la muerte;
la muerte no combate;
solo la palabra siembra
la vida; ella crea, ella vivifica, y ella salva.
El verbo es vida;
he aquí porque callar
es un oprobio;
las esterilidades del
silencio asfixian a aquel que vive en ellas.
El silencio, no reina
sino sobre la muerte y la desolación; es el sol de Pompeya y de Herculano; la
brisa que agita las olas bituminosas del mar muerto.
Es a causa del silencio
que muere nuestro corazón y que los pueblos mueren;
es a la sombra del
silencio que prospera el mal.
El verbo, es germen, y
el alma humana es surco abierto ante nosotros;
sembremos en él, el
germen de la verdad y de la vida.
El sembrador tiene el
deber de la simiente.
Sembrador que devora el
grano y no lo siembra, mutila la humanidad y defrauda la herencia de los
hombres.
La maravilla de la
palabra es hecha como las auroras de los cielos, para esplender sobre la vida.
La tiranía se llama
silencio;
la libertad se llama
verbo;
el verbo es el rayo de
la divinidad que brota de los labios del hombre para herir la iniquidad.
El verbo, es el águila
triunfal, que lleva la tempestad bajo las alas, y rompe con su vuelo todas las
soledades del silencio.
¡Dejémosla volar!
Las cimas y los valles
expectantes, escuchan absortos la música lejana de ese vuelo.
¡Paso a las águilas del verbo!
En: ante los bárbaros, 1923
Ante los bárbaros,
es uno de sus tantos gritos de batalla. Es típico de Vargas Vila exponer en
pocas palabras lo sustancial de sus ideas; de ahí su aversión a escribir
tratados como aquellos teóricos del
pensamiento que precisan de varias páginas para decir lo que con tanta
diplomacia desean imponer. De esto se deduce que su doctrina, mal llamada
egotismo, es la doctrina de un individualista que se salva de la barbarie
impuesta por los soberanos y vilmente aceptada por las indefensas muchedumbres.
Mis preceptos, nos
dirá en uno de sus prólogos, no son más
que la tiranía a la que someto mi individualidad.
Y no bien hemos asimilado una de sus
ideas, cuando ya está avasallándonos con un nuevo concepto. Aquí la lógica
silogística parece ocupar un lugar preponderante. Una premisa es seguida de un
postulado cuyo fin es sustentar, o más bien, complementar la premisa anterior. Así:
El silencio no es la vida; el verbo es
vida; la tiranía se llama silencio; la libertad se llama verbo…, son
proposiciones de una misma premisa lógica, de un discurso cuyo método, es parte
de un mismo razonamiento.
No busca, a diferencia de Descartes, de
comprobar nada; ni siquiera demostrar su método; solo expone, de manera
potencial, el resultado de un juicio razonablemente concebido y a la luz de su
lógica positiva.
Hoy se ignora menos el futuro y se sabe
más del pasado; y es a ese hombre, real y concreto, el del presente, al que le
dirige las siguientes palabras nuestro pensador.
Y así teorizó el panfletario sobre el
amor, cuando al poeta le daba por escribir novelas y filosofar sobre las
pasiones de la carne:
De todos los
sentimientos, no hay a mis ojos lógico, imperecedero y verdadero sino el amor.
Pero el amor tal como
yo lo concibo y lo siento; el amor de los sentidos, es decir: la sexualidad.
El amor cerebral, no es
sino la sexualidad consciente, refinada y reflexiva.
El amor sentimental es
una aberración cuando no una monstruosidad.
La ley suprema del amor
es, el instinto.
El sexo es todo el
amor; fuera de él no hay sino la extravagancia, la perversión y lo monstruoso.
El deseo es el alma del
amor.
De: El alma de los lirios; 1904
jueves, 5 de enero de 2017
José María Vargas Vila: el Panfletario
J. J. GARCÍA
José María Vargas Vila
El
panfletario irreverente, ateo, anticlerical, ocupó sitio muy importante durante
veinticinco años en España y América Latina. Ese hombre de raro talento era
iracundo y soberbio. Fue un esteta petulante que escribió con lenguaje de
suprema belleza formal, con dotes de verdadero virtuoso. Su talento de artista
literario fue interferido por las pasiones políticas.
Vargas
Vila tuvo dimensiones de combatiente de estatura continental. En 1903 regresó a
Nueva York y allí fundó la revista Némesis.
Perteneció
políticamente a la generación radical que hizo de la lucha de las ideas y del
periodismo su arma principal. Sus trabajos literarios y políticos alcanzaron
una popularidad nunca antes lograda por nadie en el continente. Era censurado
por los gobiernos y la iglesia, leído clandestinamente por artesanos y
estudiantes, manteniendo viva la llama de la rebeldía popular.
El autor
da su definición de imperialismo así: “La
llamada teoría imperialista, no es otra cosa que la doctrina del pillaje, del
robo y la conquista”.
Para
muchos, Vargas Vila fue un maestro del idioma, del arte y de la libertad. De su
espíritu y de sus pasiones, hizo un culto público reiterado.
Apasionado
y torrencial escritor, fue un Best-Seller
que se le leyó en todo el ámbito del idioma. Tuvo éxito excesivo, pero un
silencio funeral ha caído sobre su obra.
Publicó varias
novelas eróticas que hoy resultarían ingenuas, pero que en su tiempo, fueron
piedras de escándalo que motivaron la excomunión del autor y de sus lectores.
En Política fue reconocido como la
expresión del sentimiento anti-yanqui de muchos países, orientando las
frustraciones de un pueblo agobiado por la miseria y las dictaduras. Campesinos,
estudiantes, intelectuales, encontraron en los discursos de Vargas Vila su
propio modo de sentir.
Sus
panfletos surtían un efecto inmediato en la difusión de sus ideas. Su prestigio
corría de boca en boca aun entre quienes no lo conocían.
El
escritor vehemente y volcánico en perpetuo trance de ira o de autoadoración, fue
la lectura favorita de todas las generaciones en el momento de su ingreso en la
literatura y en la política. Él no debe ser juzgado a través de sus detractores
o admiradores, es más honrado juzgarlo en su misma obra, que todo el mundo
puede consultar. Parte de esa obra, notoriamente amanerada, muestra con
frecuencia destellos geniales, frases originales y felices con alardes de
insensibilidad o de brutalidad. Cuando lo quería, tenía uno de los léxicos
castellanos más ricos y de mejor ley.
Su
carácter erguido nunca capituló.
Se mostró
radical hasta parecer un anarquista.
El poeta José
Asunción Silva, fue uno de sus amigos. Sus contemporáneos, no les perdonaron la
superioridad que tenían sobre ellos.
Vargas Vila,
el escritor profano y librepensador, describió en sus novelas toda clase de
liviandades de hombres y mujeres, víctimas de vicios y pasiones atroces. En
cambio él llevaba una existencia de anacoreta y era muy equilibrado y sobrio en
su intimidad.
Vargas
Vila debe leerse sin prejuicios morales o estéticos. La historia de la
literatura colombiana quedaría incompleta ignorando su obra. Muchos fueron
mejores escritores que él, pero muy pocos tenían la fuerza, el temple y el
carácter suyos.
Pese a sus
impugnadores, la memoria de Vargas Vila es respetable pues fue un ejemplo de
honestidad y constancia.
Fuente: Política y literatura de ayer y hoy. J. J. García
PRINCIPALES
OBRAS
Los divinos y los humanos
Ante los bárbaros
Ibis
El alma de los lirios (Lirio
blanco/Lirio rojo/Lirio negro)
Las adolescencias (El
camino del triunfo/La conquista de Bizancio)
La república romana
Pretéritas
La demencia de Job
La novena sinfonía
Huerto agnóstico
El ritmo de la vida
Polen lírico
El canto de las sirenas en los mares de la historia
Mi viaje a la Argentina
En las cimas
Algunos fragmentos:
“Leopardi, no escribía en
presencia de Dios, ni para ser leído por los hombres, porque sus notas, no
estaban destinadas a la divinidad ni a la publicidad; él, no desnudaba su alma
ante los otros, como no habría desnudado su pobre cuerpo deforme, del cual sentía
vergüenza”.
“En una vida
tan estéril
Como la suya,
La fuente de
los recuerdos no murmura,
Y esa canción hace
falta
A ese jardín en
duelo”.
”Sin embargo,
La llama ardía
en su corazón atormentado,
Y por eso
estuvo privado de ese gesto de los dioses,
Que se llama
la absoluta serenidad”.
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