Es una recopilación de la obra aforística del genial escritor colombiano fallecido en Barcelona en el año de 1933
sábado, 24 de noviembre de 2018
martes, 13 de noviembre de 2018
GERMÁN ARCINIEGAS - BIOGRAFÍA DEL CARIBE
EL SIGLO DE LA LIBERTAD
fragmento
Cuando entra en la escena el siglo XIX todo
está preparado. El pueblo ha empezado a sacudir las cadenas, sabe cómo se hace
la guerra. Los criollos conocen todas las filosofías que en Europa han proclamado
los hijos de la revolución. Los derechos del hombre enseñan al individuo que
hay en él una soberanía irrevocable. El contrato social da fórmulas concretas
para hacer repúblicas. Los blancos tienen en Norteamérica su federación; los negros,
en Haití, su reino independiente. Los burgueses han hecho en Francia su república.
Por las aguas del Caribe empiezan a cruzar esas siluetas gallardas, heroicas,
de los Mirandas y los Bolívares. El cura Hidalgo da una campanada en México que
hace conmover hasta las piedras de la vieja catedral.
La América española es una emoción son
fronteras. Los ejércitos corren sin freno por todo México y Centroamérica, y
desde Venezuela hasta Chile, desde la Argentina hasta el Perú van movidos por
una palabra mágica: Libertad. Una palabra que entienden todos: los indios, los
criollos, los negros, los pobres, los ricos.
Y los pueblos pierden la cabeza, y sienten
que les brinca el corazón. La ebriedad de la victoria, el júbilo que se expresa
en esas expansiones líricas del romanticismo, hacen imposible sujetar a ningún orden
estas repúblicas que durante tres siglos han estado encogidas y humilladas. La América
es todavía, y lo será por cien años, una tupida floresta, una llanura que no ha
sentido el roce de las ruedas, donde los jinetes volarán, porque el aguardiente
les clava las espuelas, y hay un gusto espectacular por la proeza. Son cosas de
la libertad.
Desde España se ve este nuevo aspecto de
nuestra América a veces con curiosidad, a veces con horror. El viejo mundo hace
demasiado el señor, la academia, el preceptor, el importante. Al principio, Bolívar
y Miranda se pasean por las cortes de Europa arrastrando la admiración de las
gentes. Luego, ante el pródigo espectáculo de nuestras guerras civiles, se
empieza a hablar con insistencia de “los países salvajes de la América Española”.
Por último, hay un notorio deseo de meter al nuevo mundo dentro de la órbita de
la latinidad, o dentro del puño del imperialismo. Hacer una América Latina, o
una semicolonia.
Pero todas las intemperancias, locuras,
guerras, epopeyas, aventuras, novelas, poemas del siglo XIX, dejan algo
indestructible y profundo en el espíritu de estos díscolos cachorros de la América:
el amor a la libertad.
Al fondo, atrás, queda una historia
turbia, caótica, como son todas las historias verdaderas. El pueblo que la ha
hecho es un pueblo en donde hay de todo. Si fuéramos a quitarle sus manchas a
la historia de América no quedaría en nada. Porque todo eso que hay de negro en
nuestra vida es el carbón de donde brotan nuestras llamaradas. En el siglo XIX hay
más barbarie en América, si esto es posible, que en el propio siglo XVI, que
fue el de la conquista. A veces los caballos brincan entre charcos de sangre. La
guerra a muerte de Bolívar es de una ferocidad absoluta. La reconquista de
Morillo, más feroz aún.
Llegamos a la conquista de la libertad por
la violencia. Del mismo modo que ahora buscamos la justicia con pasión. Nuestro
destino, por las circunstancias en que la historia ha venido colocándonos, ha
tenido que aceptar un planeamiento dramático de la vida. Las escenas del siglo
XIX quizá no se repitan, pero hay que verlas como han sido, para sentir esa emoción
peculiar de nuestra historia que va siempre bordeando los abismos.
Un siglo que empieza en el mar Caribe con Bolívar,
y que en el mismo mar se cierra con José Martí, tiene que quedar en la historia
de la humanidad como lámpara de claridad inextinguible.
Germán Arciniegas
Pocos autores como Germán Arciniegas han
hecho tan portentosos esfuerzos para esclarecer y cimentar los valores
nacionales. Desde la publicación de su primer libro, El estudiante de la mesa redonda, en 1932, hasta la aparición de América nació entre libros, en 1997, Arciniegas
publicó prácticamente un libro por año. Su infatigable labor se reflejó, además,
en centenares de ensayos, artículos, prólogos, discursos y disertaciones académicas
y universitarias.
Arciniegas nació el 6 de diciembre de 1900
en Bogotá y murió en esta misma cuidad el 30 de noviembre de 1999. Fundo la Federación
de Estudiantes de Colombia. Se doctoró en la Escuela Nacional de Derecho. Fue representante
a la Cámara, diplomático en Gran Bretaña, Argentina, Italia, Venezuela, Israel y
la Santa Sede, y ministro de Educación. Fue director del periódico El Tiempo y
de numerosas revistas, muchas de las cuales fundó él mismo. Miembro de diversas
academias, recibió importantes premios internacionales, como el Cabot de
Estados Unidos, el Alberdi-Sarmiento de Argentina, el Hammarskjöld de Suecia,
el Madonnina de Italia y el Alfonso Reyes de México.
martes, 6 de noviembre de 2018
domingo, 4 de noviembre de 2018
AFORISMOS DE VARGAS VILA, EL PANFLETARIO
PENSAMIENTOS DE VARGAS VILA
¿Qué pueden ser las Memorias de un
Pensador, sino el Diario de su Pensamiento? Yo, que no tengo otra vida que mi
Vida Intelectual, no puedo contar sino los dramas de mi Intelecto; unos viven
inclinados sobre su corazón, contando sus dramas sentimentales; otros, atentos
a los arrebatos de su sexo, no saben sino contar las historias de su
sexualidad; yo, que soy un cerebral, no puedo contar sino las tragedias de mi
cerebro; mi soledad, llena mi Vida, y yo, lleno mi soledad; el solitario
perfecto, es aquel que destierra todo de su corazón; todo, hasta el reflejo de
su propia imagen.
***
Continúo con mi prosa atormentada y rara, libre como mi conciencia de todo yugo; esa prosa, que recientemente escritores españoles han hallado: uno, contorsionada y luminosa como una zarza ardiendo; otro, personal y sugestiva, tan rítmica y poética que llena sus frases con una euritmia sana; otro, a veces incorrecta, pero siempre bella y elocuente; y, otros, ¿a qué citar todos los conceptos recientes? Hasta el señor Matos Avilés, que la halla: consubstancial con su personalidad brillante y tumultuosa.
***
jueves, 2 de agosto de 2018
lunes, 21 de mayo de 2018
VARGAS VILA - DIPUTADO POR MADRID
LA COLUMNA DEL STRIPPER
Esteban
Blandón
Cuenta don José Gnecco Mozo:
Trabajaba
yo en ‘El País’ de La Habana, Cuba, cuando el jefe de redacción del periódico me
dijo: “Ha llegado un colombiano ilustre a La Habana, don José María Vargas
Vila; nadie más indicado que un colombiano para reportearlo en nombre del
periódico”. Me apresté, pues, para entrevistar a Vargas Vila y al día siguiente
me encaminé al ‘Vedado’, el barrio elegante de La Habana en donde Vargas Vila
había tomado un chalet desocupado. Después de preguntarle por algunos
escritores colombianos de la época, (corría el año de 1924 y Guillermo Valencia
y Sanín Cano brillaban en el firmamento de las letras, el primero en la lírica
y el segundo en la crítica), le pregunté, tal como se había rumoreado, si
efectivamente él había arribado a Colombia con la intención de figurar como candidato a
la presidencia de la república; esto fue lo que me contestó: “Mi trono, como
cultor de almas, está mucho más alto que la presidencia de cualquiera de esas
repúblicas suramericanas”. En efecto, no había llegado a Colombia con la
intención de ser candidato presidencial, como hubiera podido serlo; venía a
reclamar un millón de dólares a los hermanos Di Doménico por sus derechos de
autor de ‘Aura o las violetas’ que dichos hermanos habían puesto en película
sin su licencia.
En diciembre de 1923 Vargas Vila emprende
una gira de conferencias por América Latina que lo llevará desde Buenos Aires
en 1924, hasta La Habana en donde permanece hasta 1926. En el prólogo del libro
(Polen lírico) donde reúne dichas
conferencias nos cuenta:
Ese mi
viaje a América, despertó una expectación tan grande, que yo mismo quedé desconcertado
ante ella; cuarenta años de ausencia de mi patria; treinta, de haber pisado por
última vez tierras de nuestra América; los cincuenta y seis volúmenes de mis
obras publicadas por Ramón Sopena, me habían mantenido vivo en la mente y en el corazón
de los pueblos y de los hombres de habla hispana; mi revista ‘Némesis’ caldeaba
mensualmente la atmósfera, en la cual mi nombre, se conservaba siempre con un
rojo fulgor de fuego vivo. Más adelante
anota: Con el alma rendida y emocionada,
llegué a playas de Colombia. Nunca olvidaré la delirante y apasionada ovación
que mi patria me hizo cuando pisé su suelo amado, donde parecían haber muerto
todos los rencores; la cuidad de Barranquilla, que fue aquélla única en que detuve
mi planta, es hoy uno de los ídolos de mi corazón; allí pronuncié mi
conferencia ‘El cesarismo y la civilización’, el 2 de abril de 1924.
En aquella oportunidad el joven poeta Rafael
Maya fue designado por la revista Cromos para entrevistarlo en Barranquilla. En
dicha entrevista nos cuenta:
“Acabo de nombrar apoderado en Bogotá a Antonio José
Restrepo para que haga valer mis derechos. Yo no soy una viuda pobre para que
una empresa cinematográfica me robe; sí señores, porque eso es un robo; yo sé
que los señores di Doménico han explotado mi obra escandalosamente. Ya veremos”. Finalmente aclara que no va a Bogotá porque teme que
se le atribuyan aspiraciones políticas o que pretenda recoger la herencia de un
general muerto recientemente; que el nombre de “Envidiópolis” puesto por él a la cuidad del águila negra se
confirma cada día más.
***
Tal vez resulte increíble para los que
nada saben de Vargas Vila, y aun más para quienes valoramos el heroísmo con el
que fue concebida su obra política, encontrarnos con un texto salido de su
prosa egotista, en donde nos relata cómo uno de sus amigos intelectuales de la
España de entonces (1904), propone su nombre en la lista de candidatos del
Partido Republicano para Diputado por Madrid en el parlamento español. Esto me
ha llevado a recordar una frase de su autobiografía, en la que nos dice:
Todos me hallaron poseur; orgulloso,
enigmático, raro, atildado, severo; mitad diplomático y mitad profesor de la
Sorbona.
Ni diplomático ni profesor de la Sorbona, y
mucho menos como candidato presidencial, su nombre sólo ha brillado y aún
brilla, entre aquellos librepensadores que dieron su vida, cuando no su obra,
como es el caso de Vargas Vila, a la causa de la justicia y de la libertad,
recordándonos, y de manera categórica, que de todas las audaces victorias, no
ama sino las victorias del pensamiento; en eso consiste, si no toda, la mayor
de sus glorias, tal como queda reflejado en este emotivo artículo, aparecido en
su revista Némesis, París - 1904, y recogido en su libro Laureles rojos, de
1905.
EX IMO PECTORE
Vargas
Vila
Rara vez ciertos triunfos del sufragio
popular me consuelan de sus derrotas;
nacido en una democracia analfabeta y
domeñada, en la cual la sola forma de elección fue dicha por la boca voraz de
todos los partidos, en este aforismo de una impudente precisión: el que escruta elige;
hecho después, a ver salir de las urnas
prostituidas, como de una matriz de devastación, los más rudos lobatones de la
ineptitud y la violencia, aptos para devorar la libertad;
habiendo vivido luego en la República
Modelo (Estados Unidos), donde el
soberano y cohecho son los únicos medios de elección; encastillado entre dos
horrores: el de aquellas democracias bozales que reclutaban los electores, y
esta democracia colosal que los compraba, no sabiendo cuál era más vil: si el
voto uncido o el voto vendido; si el del esclavo atado o el del liberto comprado;
si el obtenido por la fuerza del hecho, o el obtenido por la fuerza del
cohecho; asombrado ante la República del Sur, que votaban amarradas, y la
República del Norte, que votaba sobornada, entristecido y desesperanzado ante
esa farsa triunfal, ante ese hacinamiento de bastardías, en donde crecía como
un estercolero, la generación espontánea de las larvas parlamentarias, estuve
un tiempo tocado de un temor más grande que mi amor por el principio violado
del sufragio popular;
Francia, Italia, España, me han consolado
después;
ellas me han demostrado que aun envenenado
y enturbiado por los reptiles de la fuerza, aquel permanece el único manantial
puro del derecho, la única fuente de fuerza y de salud para los pueblos;
como no tengo patria, sino una
circunscripción geográfica apta para el insulto de mi nombre; como obligado a
optar entre la patria y la libertad, he optado por la libertad;
no he sido elegible ni elector;
salido de mi país en primer albor de
juventud, habiéndome hallado el destino digno de emigrar con libertad, antes de
ser apto para votar sin ella; habiendo sido guerrero antes de ser ciudadano;
habiendo disputado a la suerte el derecho de morir antes de tener el derecho de
votar, mi pluma, abierta como una azucena de fuego en medio de los combates
borrascosos, ni ha firmado un voto, no ha tenido que agradecerlo.
he sido el solitario armado que no sabe de
la vida sino la lucha y el dolor;
no siendo bastante mediocre para
merecerlo, ni bastante vil para mendigar el voto de las democracias esclavas,
apenas adultas y ya maduras para el crimen, no ha hecho enrojecer mi nombre;
mi juventud, pasó envuelta en la
tempestad, virgen de esa mancilla;
entrado en la edad madura, me hago
inaccesible al halago de las urnas, porque todo en mi país, todo, hasta la
Presidencia de la República, está por debajo de mi ambición… y de mi orgullo;
yo tengo en mi patria pasiones, pero no
tengo aspiraciones;
he renunciado a habitarla, pero no he
renunciado a defenderla;
no vivo en ella, pero vivo para ella;
y en momentos como el presente (1905), no le queda otro refugio a mi
pluma;
no se dirá que desapareció sin que el
himno triunfal de mi palabra la acompañara a la tumba;
mientras
otros viven para explotarla, yo vivo para honrarla;
y esperando darle un día de la libertad,
le doy un rayo de gloria;
defiendo su vida contra la insolencia de
los amos, y protejo su honra contra la insolencia de los siervos;
y en ella nada aspiro, y de ella, nada
espero;
me estimo en mucho para aspirar a ser su
amo; y la amo mucho, para dejar de ser su apóstol;
el poder está muy por debajo de mi nombre:
sólo el deber está en la altura de él;
y lo cumplo;
hábil en hacer la soledad en torno mío, ¿cómo
no extrañar y agradecer la caricia que un viento de fraternidad trae hasta la
profundidad de mi aislamiento?
lo confieso: ver mi nombre en la lista de
los candidatos que los republicanos de los Dominicales
de Madrid desearían ver triunfar para diputados al Parlamento español, me ha
conmovido hondamente;
esa candidatura no es sino un deseo, pero
eso basta para ser un honor;
que haya habido un español que haya dado
su voto por mí para Diputado por Madrid, eso basta a mi orgullo de luchador
cosmopolita en el combate universal por la Libertad;
y cuando ese español se llama Demófilo (seudónimo de Fernando Lozano Montes,
periodista y librepensador español) y el partido que lo rodea es el partido
republicano, eso sobrepasa a mi ambición, que es como poner un límite a lo
infinito;
el deseo de aquel voto es apenas una
enunciación, pero no por eso deja de ser una consagración;
por eso he querido dejar aquí constancia
de mi ardiente gratitud;
ella
rebosaba ya, desde que los republicanos del distrito de Chamberí, a raíz de una
conferencia de Fernando Lozano, firmaron una proposición en mi honor y
aclamaron ruidosamente mi nombre;
esa nobleza inesperada, me consuela de
tanta bajeza estipendiada que se comete contra mí;
ese honor que la democracia me tributa en
España, me venga ampliamente de los ultrajes que la autocracia me prodiga en
América;
ese honor vale el olvido de este horror;
esta prueba de fraternidad, compensa los
insultos de la vanidad;
el amor de los hombres libres, me venga
del odio de los esclavos;
por ese recuerdo de mi nombre ante un
plebiscito de conciencias libres:
¡Gracias, Gracias!
Desde el fondo de mi corazón.
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